Toulon no es una escala especialmente atractiva. Básicamente es una ciudad que ha crecido al abrigo de la mayor base de la armada francesa en el Mediterráneo. Pero a pesar de no contar con grandes alicientes, ni construcciones significativas entre sus calles, si que tiene un entorno natural envidiable entre la maravillosa bahía y los espectaculares montes que la rodean en el que destaca el Mont Faron con sus casi 590 metros de altitud al que se puede acceder en teleférico y disfrutar de espectaculares vistas. Llegamos a esta localidad a bordo del MSC LIRICA y, aunque en algunas ocasiones atraca en el muelle de ferry, en esta lo hizo en la localidad vecina de La Seyne Sur Mer, situada a unos seis kilómetros del centro urbano de Toulon. La compañía puso a disposición de los pasajeros unos shuttle a un precio de diez euros, pero nosotros preferimos tomar un servicio de lanchas con salida desde el puerto viejo de La Seyne y que también tiene parada cerca del LIRICA delante de un viejo almacén portuario abandonado. A un precio de dos euros trayecto, creo recordar, disfrutamos de una excursión marítima por la bahía de Toulon además del propio transporte al paseo marítimo.
Una vez llegados iniciamos la visita con un paseo por este animado muelle de Cronstadt repleto de bares y terrazas a los pies del puerto recreativo. La visita es muy sencilla , y por supuesto, perfectamente abarcable a pie. De todos modos, si se desea , hay un servicio de trencito turístico que llevará a sus ocupantes a visitar lo más destacado de la ciudad . Subiendo por cualquiera de las calles perpendiculares al puerto llegaremos a la ciudad vieja. Esta se extiende hasta el Boulevard Strasbourg. Lo más destacable en la parte antigua de la ciudad es la iglesia de Saint Louis, la catedral de Sainte Marie de la Seds, el mercado local y los típicos mercados provenzales de calle como el de Cours Lafayette, que por la hora de llegada del barco estarán recogidos, y perderse por el laberinto de calles de la parte vieja. Dentro de estas calles nos encontramos con plazas y rincones con bastante encanto como la Place Puget con una bella fuente, la de los Tres Delfines, cubierta de vegetación y edificios típicos de la Provenza francesa, con cierto aire italiano. Siguiendo en dirección oeste por la Avenue de la Republique, que transcurre paralela al paseo marítimo, llegaremos al museo nacional de la marina que contiene una colección de modelos antiguos de barcos, mascarones y bustos de la historia de Toulon. La base naval francesa es visitable los meses de julio, agosto y septiembre.
Después de tomarnos un refrigerio en una de las numerosas terrazas del paseo marítimo y ya que todavía disponíamos de tiempo, decidimos tomar el barco de vuelta y apearnos en el centro de La Seyne Sur Mer. Esta localidad, más pequeña que su vecina Toulon, nos pareció encantadora. Y aunque tampoco dispone de grandes alicientes nos pareció agradable el paseo que dimos por sus callejuelas. Lo que si resultó especialmente relajante es el paisaje que se disfruta desde cubierta mientras el crucero abandonaba la rada de Toulon, y una vez dejada atrás, la navegación cerca de las islas D´Hyeres. Y como suele ser habitual en los largos días de los meses primaverales, aquella tarde nos deparó un maravilloso atardecer, con el sol escondiéndose poco a poco por la línea del horizonte.
Catedral de Sainte Marie de la Seds
Fuente de los Tres Delfines
Navegando por la Bahía de Toulon
Vista del puerto de La Seyne Sur Mer
Navegando por la Costa Azul
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