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domingo, 20 de agosto de 2017

Edimburgo; desde las colinas (part.2)


Después de recorrer la mayor parte del casco histórico de Edimburgo -leer aquí la entrada de Edimburgo- y de callejear por las inmediaciones de la Royal Mile, nuestro siguiente objetivo era ascender la colina del Parque Holyrood para poder disfrutar de las privilegiadas vistas panorámicas de la ciudad, y hasta del Mar del Norte. El ascenso es bastante fácil de realizar y tampoco requiere estar en gran forma física, y además sus caminos están en buen estado. Eso si, en ocasiones pueden estar bastante concurridos, pero el premio es fantástico.
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martes, 8 de agosto de 2017

Edimburgo; la capital cultural de Escocia (Part.I)


Hoy la mañana acompañaba, cielos con nubes altas que permitían vislumbrar el sol de vez en cuando, cosa poco habitual en Escocia por lo que pudimos comprobar en este viaje. Atrás quedó nuestro paso por Inverness -leer aquí la entrada de Inverness-. Madrugar nos recompensó con unos bonitos paisajes y la bella estampa del fabuloso Puente Forth, Patrimonio Mundial de la Humanidad, construido hace más de 125 años gracias a la pericia de los avezados ingenieros de aquella época. South Queensferry es una pequeña población en la orilla sur de la desembocadura del río Forth que da servicio a los ferry que unen  las islas y sirve de punto de entrada para los cruceros que visitan Edimburgo. Tras desayunar desembarcamos abordo de uno de los tender del "Caribbean Princess" que nos acercó hasta unas de las rampas de desembarque junto al Forth Bridge.
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martes, 18 de julio de 2017

Invergordon; puerto de plataformas petrolíferas


Invergordon es la pequeña localidad escocesa donde desemboca el río Ness formando un bonito estuario natural que mantiene a las embarcaciones a resguardo del temido en impredecible Mar del Norte. Esta población tuvo gran importancia durante la Segunda Guerra Mundial y hoy en día es un importante puerto con una potente industria que realiza los mantenimientos de las plataformas petrolíferas del Mar de Norte. A su vez sirve de puerto de escala para los numerosos cruceros que hacen escala para que sus pasajeros puedan visitar el famoso Lago Ness o la ciudad de Inverness -leer aquí el artículo de Inverness-. 
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miércoles, 12 de julio de 2017

Inverness; capital de las Highlands de Escocia


Si hay algo que no se le puede negar a este crucero alrededor de las Islas Británicas es que resulta un crucero bastante exigente para el viajero. De los trece días de duración sólo dos de ellos son días completos de navegación para dedicarlos al relax, la contemplación y recuperación de las exigentes y largas jornadas en las ciudades de escala. Así que, tras abandonar Glasgow -leer aquí el artículo de Glasgow- y disfrutar de nuestro primer día completo de navegación a bordo, pudimos recuperar y poner a tono las piernas para la siguiente visita del viaje; Inverness, la capital de las Highlands escocesas. El "Caribbean Princess" atracó a primera hora en el cercano puerto de Invergordon, en pleno centro de la pequeña población. Desde ahí resulta muy fácil llegar en autocar hasta Inverness y la única dificultad reside en enterarse muy bien de los horarios de regreso para no llevarse una desagradable sorpresa. Los paisajes de los que disfrutamos desde la ventanilla del autocar fueron realmente bellos. Praderas infinitas teñidas de intenso verde y la propia desembocadura del río Ness en la que incluso pudimos contemplar varios ejemplares de foca gris,  hicieron muy corto el camino hasta Inverness.
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miércoles, 21 de junio de 2017

Glasgow; la ciudad industrial de Escocia


Glasgow es eminentemente una ciudad industrial. Durante la revolución industrial fue creciendo paulatinamente hasta llegar a ser la primera ciudad de Escocia y la tercera del Reino Unido tras Londres y Birmingham. Grandes acerías y prestigiosos astilleros florecieron al abrigo de los nuevos tiempos y, precisamente en esos astilleros, nacieron buques tan emblemáticos como el "Queen Mary", el "Lusitania" o el "Queen Elizabeth 2". Hoy en día Glasgow, al igual que otras grandes ciudades industriales del Reino Unido, ha sufrido cierto declive de su industria pesada aunque ha procurado sustituirlas por otras de carácter petroquímico que hace que siga siendo una ciudad bulliciosa aunque algo sucia. El "Caribbean Princess" atracó a primera hora de la mañana en el Puerto de Greenock tras una noche de navegación desde Belfast -leer aquí artículo de Belfast-. Greenock es la pequeña localidad que sirve de entrada al Puerto de Glasgow, y a continuación bajamos a tierra en busca de la estación de tren de Cartsdyke para desplazarnos hasta la estación de trenes del centro de Glasgow
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lunes, 12 de junio de 2017

Belfast; cicatrizando las heridas, mirando al futuro


Cuando uno piensa en la ciudad de Belfast irremediablemente le vienen a la cabeza las imágenes de la violencia extrema y sin sentido vivida durante más de tres décadas, y que aún persiste en nuestros días de manera esporádica y muy aislada. Había pensado en un primer momento abrir esta entrada con una fotografía de los graffitis que abundan a lo largo del muro de hormigón que sirve de separación entre los barrios católicos y protestantes, pero pensé que era mejor abrirla con una fotografía del futuro que Belfast anhela y necesita a toda costa para cicatrizar heridas de un terrible pasado todavía demasiado reciente. Así que en cabecera coloqué la fotografía del nuevo edificio del Museo Titanic, en el viejo puerto de Belfast, y una de las primeras imágenes que pudimos contemplar al arribar a los muelles del puerto en la travesía desde Liverpool -leer aquí el artículo de Liverpool-. Pero Belfast es más que una historia de violencia y desencuentros o un edificio de vanguardia, y procuraré contar lo que pudimos hacer en un día de visita en Belfast, pero sin obviar algunas cosas de lo ocurrido.
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jueves, 8 de junio de 2017

Liverpool; la ciudad de los Beatles...y también de los Frankie Goes To Hollywood.


Dejamos atrás el frente marítimo de Liverpool para dirigirnos al centro de la ciudad -leer aquí el artículo del frente marítimo-. Desde la distancia se puede ver la gran torre de la Catedral Anglicana de Liverpool con lo que es difícil perderse. Justo antes pasamos por el pequeño barrio chino de la ciudad. Su colorida puerta nos hizo pensar en un barrio de tamaño considerable, pero no fue así ya que apenas unos pocos comercios y restaurantes chinos poblaban este barrio de Liverpool, nada que ver con otros enormes barrios chinos de otras ciudades.  Y de ahí hasta que llegamos a las puertas de la catedral. Desde luego es un edifico grandioso de enormes dimensiones edificado en una piedra arenisca de color rojizo y sin grandes aditamentos estéticos. Pero si su exterior asombra no lo hace menos sus interiores. Su longitud, la segunda en tamaño del mundo después la Basílica de San Pedro en Roma, me dejó sorprendido, aunque no más que sus sobrios interiores, la altura de sus bóvedas y las tiendas de recuerdos y exposiciones en sus laterales. Una parada obligada en cualquier visita a Liverpool. Y aunque la Catedral Anglicana pueda parecer antigua, se acabó de construir hace cuarenta años solamente. Se puede subir previo pago a su torre para disfrutar de las vista panorámicas de la ciudad, aunque nosotros preferimos disfrutar de los jardines y los espacios exteriores que envuelven la catedral.

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jueves, 1 de junio de 2017

Liverpool; descubriendo su frente marítimo


Liverpool es de ese tipo de ciudades de las que no esperas demasiado. Quizás su pasado industrial, un puerto importante donde se manejaban mercancías sucias y contaminantes y el posterior declive de la industria que hizo languidecer la ciudad, me hizo pensar en ella como poco atractiva y con escaso interés. Si, sabía que en los últimos años había sido sometida a un lavado de cara puesto en marcha tras su elección como capital europea de la cultura del año 2008, pero desconocía exactamente hasta que punto. Y tras haber pasado por ella debo decir que Liverpool se ha convertido en una de mis ciudades favoritas de Inglaterra. Arribamos a los muelles de Liverpool a primera hora de la mañana dispuestos a explorar lo más posible. El hecho de que el "Caribbean Princess" atracara en pleno centro facilitó mucho las cosas y evitó además pérdidas de tiempo en desplazamientos. Tras nuestro paso por Dublín ahora tocaba explorar Inglaterra -leer aquí el artículo de Dublín-. Ya desde las cubiertas más altas pudimos contemplar por primera vez la ciudad, con la mezcla de edificaciones clásicas con otras de apartamentos de diseño moderno y un vanguardista Museo de Liverpool.  Pero lo que más destacaba eran los tres enormes edificios frente al Liverpool Waterfront y que son conocidos como "las Tres Gracias".
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sábado, 5 de enero de 2013

Crucero" Caribbean Princess"; navegando por las Islas Británicas



Teníamos muchísimas ganas de hacer esta ruta por las Islas Británicas, pero hasta el momento no se habían dado las circunstancias, ya fuera por fechas de vacaciones o por precio.  Pero todo eso cambió en julio de este año en el que se presentó la ocasión ideal, y encima con la expectativa de probar otra naviera nueva para nosotros; Princess Cruises. Así que no nos lo pensamos y le reservamos de inmediato. Una vez reservado el crucero tocaba reservar vuelos, y ver de que manera organizábamos los engorrosos traslados. El avión lo tuvimos claro, un vuelo directo desde Santander a Londres con Ryanair, que en poco más de hora y media nos dejaba en suelo británico con la comodidad que eso conllevaba. Otro cantar sería trasladarnos desde Stansted hasta Southampton, donde en principio los autocares de National Express parecía la opción más obvia, aunque las cinco horas y media de  traslado hasta Southampton, incluido el tiempo que debíamos permanecer en el cambio de Victoria coach station, hizo que lo descartáramos de inmediato. Entonces optamos por el coche de alquiler, la mejor opción sin duda, ya que en poco menos de dos horas y media ya habíamos aparcado en la puerta de nuestro hotel. El único "pero" adaptarse al volante a la derecha y la conducción por la izquierda, aunque en este aspecto ya teníamos experiencia de otros viajes al Reino Unido. Ceci también quiso experimentar por unos instantes lo que era la conducción con el volante al revés en este flamante Vauxhall Astra.
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miércoles, 19 de mayo de 2010

Londres

Planificamos esta visita a Londres aprovechando que íbamos a embarcar en un crucero por el mar Báltico con salida desde Dover, llegando unos días antes, y así poder conocer una de las últimas grandes capitales europeas que nos quedaba. Como nos comentó un norteamericano residente en Bocaratón (Miami), que conocimos en el crucero Norwegian Jade, la suerte que teníamos de tener cualquier punto de Europa a un máximo de tres horas de vuelo. Y la verdad que tenía razón, pero eso yo ya lo sabía. Londres es una ciudad que en un principio no me atraía especialmente y me daba mucha pereza visitarla, y no sé por qué la verdad. Casi todos nuestros amigos y conocidos coincidían en que nos iba a gustar mucho, que era una ciudad muy bella y cosmopolita, y que tenía montones de cosas que ver. Y estaban en lo cierto. Nos ha gustado muchísimo. Pero vamos por partes.


Lo primero que hicimos fue acudir a uno de los tipismos de Londres. El cambio de guardia en el Palacio de Buckingham. Vistoso y colorido, con una muchedumbre ingente, y con alguna que otra estridencia, como interpretar por parte de la banda de música el tema central de las películas de James Bond, que sin embargo parecía hacer las delicias de los turistas allí congregados. Resulta bastante complicado conseguir una buena posición donde contemplar el cambio de guardia y por extensión el palacio en si. El edificio del siglo XIX ha sido residencia permanente de la realeza desde la época de la reina Victoria y en él ondea la bandera cuando la reina está en palacio. Es posible su visita a las salas donde se celebran ceremonias oficiales, pero sólo en los meses de agosto y septiembre.


Después nos dirigimos por Green Park hacia el Arco de Nelson, para desde allí, visitar Hyde Park, auténtico pulmón de Londres y oxigenarnos en uno de los parques icono de Londres. Una vez suficientemente oxigenados, nos encaminamos a recorrer la calle Picadilly, con sus edificaciones señoriales y curiosos escaparates, hasta desembocar el Picadilly Circus, lugar de concentración de turistas y locales. Aprovechamos para descansar un poco sentados en las inmediaciones de la fuente contemplando los inmensos rótulos luminosos. Realmente no me pareció gran cosa más allá de la curiosidad de estar en esta plaza tan televisiva y con tanto tráfico de viandantes. Más tarde, después de un reparador almuerzo, nos dirigimos al Soho, barrio bohemio en mitad del West End que alberga multitud de locales de ambiente homosexual y el pequeño barrio chino y por allí nos perdimos por las calles paseando tranquilamente. Continuamos nuestro particular tour hasta Trafalgar Square, otro de los lugares de parada obligatoria donde descansar nuestras maltrechas piernas contemplado al almirante Nelson, uno de los artífices del inicio de la decadencia del Imperio Español, y la cantidad de personajes variopintos que pululan por esa plaza. Y como no, todas las zonas verdes de la plaza tapizadas con los cuerpos de los londinenses tomando el sol, leyendo, comiendo sopa en bote o dormitando. El tiempo pasaba, así que decidimos someter nuestras piernas a una nueva prueba en la National Gallery (entrada gratuita), eso sí, seleccionando lo que más nos interesaba si no queríamos morir en el intento.





Para finalizar la jornada bajamos por la calle Whitehall y la del Parlamento, haciendo una parada en Downing St para ver si veíamos la casa del primer ministro en la lejanía (misión imposible al estar la calle acorazada), hasta desembocar en el Big Ben, y pasando por la Abadía de Westmister terminar en los alrededores de la estación Victoria para cenar y poder descansar nuestras caricaturas de piernas en el hotel después de una maratoniana jornada pedestre que sin duda mereció la pena.



Después del reparador descanso nocturno, salimos del hotel con la intención de seguir explorando esta excitante ciudad. Comenzamos con un desayuno en los múltiples sitios donde lo puedes tomar, mucho más económico que el típico buffet del hotel. Esta vez tocaba lo primero visitar la Abadía de Westminster, para después contemplar con detalle una de los edificios que más expectación nos creaban, el Parlamento Británico, de estilo neogótico. Evidentemente no lo visitamos por dentro por la dificultad de adquirir el permiso a través de la embajada británica. Desde este punto, y bajo la atenta y puntual mirada del Big Ben, disfrutamos las hermosas vistas del río Thamesis desde el puente de Westminster con el London´s Eye de fondo, que se ha convertido en un particular emblema de Londres. Ni nos planteamos subir a bordo de esta gran noria primero por las enormes colas que había que soportar y segundo por el elevado precio que tiene. En el mismo embarcadero del London´s eye, la primera vez que nos encontrábamos en la orilla sur del río, embarcamos en uno de los barcos turísticos que hacen las funciones de barco bus para descender por el Thamesis hasta el barrio de Greenwich a unos doce kilómetros al este del centro de Londres, y después de un paseo de algo menos de una hora, visitar allí el antiguo observatorio y el famosísimo meridiano cero. Después de comer visitamos el museo Nacional Marítimo (entrada libre) y nos quedamos con las ganas de poder ver el Cutty Sark que se encuentra en proceso de restauración.





Ya avanzada la tarde embarcamos de nuevo en uno de los barcos y nos deleitamos la vista con los numerosos edificios de apartamentos modernos y de diseño (e imagino que carísimos), que le dan toque distinto a la fachada del río, para esta vez apearnos en la Torre de Londres. Uno de los monumentos más visitado de la ciudad que ha tenido toda clase de funciones (fortaleza, palacio, prisión...), hasta hoy en día que guarda las Joyas de la Corona. Más espectacular, al menos para nosotros por su emplazamiento y diseño, es sin duda el Puente de la Torre. Lo atravesamos hasta llegar a la otra orilla y nos sentamos para poder contemplarlo en una visión conjunta con La Torre de Londres, el tráfico fluvial y el devenir de turistas y londinenses.


Nuestro recorrido por Londres continuó por la orilla sur en un agradable paseo, y con un día excepcional, hasta llegar al crucero H.M.S. Belfast. Buque de guerra que participó en el desembarco de Normandía, hoy convertido en un museo en si mismo y con posibilidad de visitarlo previo pago.

Todo este paseo (el Bankside) hasta llegar a la Tate Modern y dejando atrás el London Bridge y el nuevo ayuntamiento, está repleto de bares, pubs y restaurantes, y también se encuentra el Globe Teatre Shakespeare. Después de una buena pinta cruzamos el puente peatonal del Milenio donde se puede sacar unas buenas fotografías de la Catedral de San Pablo (famosa por los créditos de series tan populares como Benny Hill o los Ropper) y de la Tate Modern. Aprovechamos a cenar frente a la catedral (lo siento...no sucumbimos al "fish & chips) y refugiarnos del único chaparrón que sufrimos en este viaje a Londres. Para regresar a nuestro hotel tomamos un típico autobús de dos pisos que nos llevaría hasta Victoria Station.


Ya los otros dos días los dedicamos a visitar, en primer lugar el British Museum, al que dedicamos la mañana y una parte de la tarde. Procuramos no perdernos algunas de las joyas que están expuestas y que no pudimos ver en su emplazamiento original en nuestros viajes a Egipto o Grecia (imprescindible una larga parada en los relieves asirios con las escenas de cacerías de leones). También dedicamos una pequeña atención a los mercados londinenses, visitando el pequeñito que está ubicado en la calle Picadilly y el del Covent Garden, aunque esto último no era lo prioritario para nosotros. Lo que si que nos gustó es el ambientazo que se vive en el Covent Garden y sus alrededores. Sitio ideal para refrescarse con una cerveza o cenar el los muchos locales existentes en la zona.



Este es un resumen de nuestras andanzas por esta sorprendente ciudad a la que seguro volveremos en un futuro.
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